lunes, 16 de enero de 2012

Al maestro con cariño


Saúl Padilla Mendoza, "Saulito", partió a la eternidad la mañana del sábado. Nos lo arrebató un cáncer inadvertido que se diseminó por su cuerpo tan rápido que no le dio tiempo para enfrentarlo.

Quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo y trabajar con él, lo recodaremos como lo que era: un calificado Ingeniero Agrónomo de profesión y un profesor con vocación esencial. Un educador de hablar pausado que se aseguraba siempre, ya fuera que se tratara de un grupo pequeño o de un gran auditorio, de que el mensaje llegara bien y fuera bien entendido.

Los trabajadores del área de Responsabilidad Social de Yanacocha hemos tenido pocos compañeros tan generosos, solidarios y dispuestos para cualquier jornada de trabajo con la comunidad, sin medir dedicación, entrega y esfuerzo, como nuestro querido Saulito. Era un animoso “cómplice” con el espíritu de niño que nunca perdía la calma y más bien sonreía con esa sonrisa simple y sin malicia que tienen los chicos buenos.

Empezaba sus reuniones lanzando alegremente al aire una bolsa de papel inflada. Los que la recibían tenían que decir, uno a uno, que fruta les gustaba más. Entre juego y juego cruzaba con sabiduría cualquier barrera que pudiera existir y nos llevaba a todos a un espacio común. Compartiendo el hecho humano simple de que todos hemos disfrutado una fruta de nuestra preferencia, podíamos conversar, sin diferencias, de nuestros intereses e inquietudes.

Hablé con él muchas veces y el tema, casi siempre, fue Cajamarca y su preocupación por transmitir eficazmente a la población el mensaje de buena ventura, inclusión y posibilidades reales de desarrollo que trae consigo la minería formal en general y nuestra empresa en especial. Fue incondicional su compromiso para divulgar el verdadero significado y la importancia para la región de la puesta en marcha del proyecto Conga.

Muchas veces nos sentamos a conversar sobre el fenómeno de la desinformación y el daño atroz que causan entre nuestros vecinos los malos líderes y los operadores anti mineros. Saúl era un hombre extraordinario. Educador por vocación sentía un aprecio especial por todos aquellos que estaban dispuestos a escucharlo, y a la vez una pena enorme por los que eran engañados con mentiras y mensajes distorsionados.

Saúl entendía que quienes conocíamos la verdad sobre la importancia y la oportunidad de desarrollo, sobre todo en educación y salud, que conlleva la actividad minera, teníamos la obligación moral de trasmitirla a los demás. Por eso hizo de su trabajo, siempre, una cátedra constante, y de aquellos que tuvimos la oportunidad de escucharlo, sus aplicados alumnos.

Saulito Padilla hizo algo que me parece admirable: conjugó su formación de educador con su trabajo para llevar la verdad y defender la libertad de elegir un futuro mejor, a través del conocimiento, a los que él llamaba con cariño: “mis campesinos”, porque eran de él y él era de ellos. Descansa en paz apreciado amigo, hasta luego querido maestro.