domingo, 7 de agosto de 2011

Viaje a mis inicios

La empresa me asignó la camioneta amarilla, una pick up en la que emprendí viajé con mi familia en febrero del 91 trayendo algunas cosas personales, la computadora de la oficina -una IBM monocromática con sistema D.O.S.-, y dos cachorros: Yogui y Trompita. Los nombres se los puso Janako, mi hija de cuatro años. Hasta esa fecha habíamos vivido en nuestro departamento en Lima y nos animamos a viajar debido al clima benéfico de Cajamarca. “Jana” acababa de salir de una neumonía.

Llegamos al distrito de Baños del Inca de noche, bajo una lluvia de aquellas que te mojaban completo y te obligaban a detenerte a un lado de la pista porque no se podía ver a cinco metros de distancia. La vivienda tenía un portón de madera y un patio delantero enorme que en el futuro sería ideal como garaje, por eso la alquilamos. Contaba con dos piezas grandes en el primer piso que ambientamos como oficina de Newmont Exploraciones Perú y un segundo nivel con dos dormitorios, una sala comedor, un baño y una cocina. Esa fue nuestra casa.

Atrás, al fondo, había varios ambientes pequeños que habilitamos como dormitorios del personal de seguridad. Cuatro jóvenes de la compañía Forza que custodiaban por turnos el local y dos guardaespaldas que me acompañaban a todas partes. Todos iban armados. Eran los años del terrorismo y la nuestra era una empresa especialmente en riesgo: manejábamos explosivos y productos químicos que podía utilizar el narcotráfico.

Nuestra llegada ocurrió en los últimos meses del Proyecto. Yo fui contratado como administrador y algunos meses después, cuando alcanzamos los primeros cien trabajadores, a mi esposa, Maribel, le pidieron hacerse cargo del área de Personal. La etapa de exploraciones de esa fase estaba por terminar. Además del resultado de la Planta Piloto, sólo faltaba una campaña de Perforación Inversa a cargo de la compañía chilena Harris. Ellos trasladarían por tierra sus equipos de camiones y torres gigantes de color rojo bombero, desde la ciudad de Antofagasta hasta el punto más alto de Cajamarca.

Construir entre cerros -entre los 3.500 y los 4.000 metros- los accesos y las plataformas para que pudieran perforar fue un reto enorme, tan grande como transportar y custodiar la maquinaria y al equipo de trabajadores –de ida y vuelta- que vinieron desde el hermano país sureño. Esta última fue tarea de Leo Camacho. Habilitar los caminos y los puentes que no estaban diseñados para el paso de semejantes monstruos mecánicos fue una labor descomunal que involucró a ingenieros y mucho personal especialmente capacitado. Todos ellos también estuvieron en riesgo por el terrorismo demencial que no respetaba nada ni a nadie.

Al cabo de pocos meses la Planta cumplió su objetivo y la campaña de perforación terminó, se cubicó el material, se afinaron los detalles, y el Directorio, en una decisión histórica, en julio de 1992, anunció la puesta en operación de la que sería y es actualmente la mina de oro más grande de Sudamérica: Yanacocha. ¿Por qué fue histórica? Simple. Porque si esa inversión no se hubiera realizado por temor a la situación política del momento, ni Cajamarca ni el Perú tendrían hoy las condiciones de bienestar ni la oportunidad de desarrollo que nos destacan en la región y nos reconoce el mundo entero.

Han pasado casi dos décadas desde nuestra constitución. Hoy, domingo 7 de agosto se cumple el 19 aniversario de la creación de nuestra empresa. La fecha se fijó en una de las muchas y continuas reuniones de gerencia que se realizaban en una especie de contenedores de madera, que hacían las veces de oficina en los primeros años de la operación. Juan Gavidia, un caballero y buen amigo, gerente administrativo de aquel entonces, propuso el día de la celebración y éste se acordó por unanimidad.

Este cumpleaños, no obstante, tiene un carácter especial. Hace un par semanas se repitió la historia. El Directorio, al igual que hace diecinueve años, también en julio, como si hacerlo en ese mes fuera una cábala certera para el éxito, anunció la puesta en operación del proyecto de oro y cobre Conga que demandará una inversión de más de cuatro mil millones de dólares y generará, durante la etapa de construcción, cinco mil nuevos puestos de trabajo en esta bendita tierra del norte de nuestro país.

Nos lo dijo nuestro Vicepresidente Carlos Santa Cruz: El hecho de que esta noticia llegue en vísperas de Fiestas Patrias y cuando se inicia un nuevo gobierno del país, nos invita a reflexionar acerca de la importancia de nuestro trabajo diario y el compromiso que tendremos que demostrar día a día para alcanzar las metas que nos hemos trazado como empresa y como personas. Felicitémonos por este importante logro, que es fruto de un trabajo bien realizado. Ahora tenemos un nuevo desafío por delante, vamos a ejecutarlo con agilidad y coraje, como lo hemos sabido hacer en anteriores ocasiones”.

Esa invitación a reflexionar sobre nuestro trabajo y compromiso me llevó a recordar la época de mis inicios en la empresa. Diecinueve años después el viaje que emprendimos en el verano del 91 continúa. Janako, la niña que con inocencia mostraba su muñeca al agente que cumplía su turno con su fusil a la espalda, ya terminó la universidad. Actualmente es Administradora de Empresas y este domingo, precisamente, está en México laborando para una compañía consultora internacional. Mi familia, así como muchos miles de familias cajamarquinas y de todo el país, ha crecido y seguirá creciendo al lado de esta empresa minera formidable que es nuestra: de todos los trabajadores y sus familias, de todos los cajamarquinos y de todos los peruanos.