domingo, 31 de agosto de 2014

Un mes de Cumpleaños

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Foto: Producción del primer  millón de onzas

Éramos una empresa nueva y celebrábamos nuestro aniversario junto a cualquier otra festividad o meta alcanzada. Es que había tantas fechas propicias; incluso la del 1 de mayo, el Día del Trabajo, era una buena oportunidad. Por otro lado, nos arrastraba la ola del quehacer diario -éramos pocos- y no había tiempo para fijar y planear un día de cumpleaños como se debía.

La fecha ideal, por ejemplo, pudo ser ese día de julio de 1992 en que el Directorio en pleno acordó, con una decisión valiente, conformar la empresa Minera Yanacocha S.A. Apenas unos días antes un coche bomba explotó en la calle Tarata, en el distrito limeño de Miraflores, matando a 25 personas y cualquier intención de invertir y hacer empresa en nuestro país. Nosotros no nos amilanamos.

Otra fecha favorable era el 1 de Agosto de ese mismo año en que registramos el ingreso de los primeros trabajadores de la compañía en el libro Planilla de Sueldos. Yo era uno de ellos, el número nueve para más detalle… un Yanasaurio, en estos tiempos. También estaba, por supuesto, el 7 de agosto de 1993, fecha en que nuestros hornos botaron la primera barra de Doré. Un día de júbilo.

O pudo ser, quizá, el día que produjimos las primeras trescientas mil onzas y que celebramos, todos los que éramos en ese entonces y que cabíamos en un local mediano, con un almuerzo grande de camaradería en el restaurante Las Tejas que quedaba frente a la Universidad de Cajamarca y que el tiempo inclemente se llevó hace ya varios años. Y por qué no el día de las primeras ochocientas mil o del primer millón de onzas producidas que las dificultades vencidas a punta de esfuerzo y coraje los convirtió en hitos de nuestra historia.

Cuando por fin nos dimos el tiempo, en uno de los Staff Meeting mensuales que realizábamos en el contenedor de madera que hacía las veces de oficina en Pampa Larga, los superintendentes votaron, cinco años después de iniciadas las operaciones, y fijaron el día definitivo de nuestro aniversario: el 7 de agosto sería en adelante el Día Anual de MYSA. Así lo firmó Juan Gavidia, nuestro primer gerente administrativo, un tipo fuera de serie, en un memorándum para la posteridad.

Cosa curiosa, ese 7 de agosto de 1997 de nuestro quinto aniversario –recién fijado- lo celebramos en realidad nueve días después: el 16 de agosto. El destino, que hace siempre lo que quiere, lo decidió por nosotros y finalmente en Yanacocha no tuvimos un día sino todo un mes de cumpleaños: Agosto; que por aquellos años festejábamos con la realización de unas Olimpiadas Deportivas que organizaba el área ganadora del evento anterior y en las que participábamos los trabajadores y nuestras familias.

Las olimpiadas y el mes cumpleañero terminaban con un almuerzo y una jarana memorables que iniciamos en el Fundo San Antonio, un local bastante amplio, y continuamos luego de algunos años en el campo ferial del Fongal, en Baños del Inca, porque era más grande. Dejamos de hacer esas reuniones cuando crecimos tanto que el local no podía albergarnos a todos. Ya éramos miles de trabajadores para entonces.

Estos recuerdos vienen a cuento hoy, fecha en que celebramos nuestro 22 aniversario. Como en el inicio de nuestra empresa, los vientos de esta época no son propicios. Atravesamos tiempos difíciles para la actividad minera en la región, en el país y en el mundo. No obstante, como en el inicio también, nosotros no nos amilanamos y seguimos adelante porque, simplemente, no sabemos hacer otra cosa que vencer obstáculos. Así nos formaron la naturaleza de nuestra actividad: nosotros movemos cerros; y también cada gerente general que tuvimos, en su momento: Len Harris, Tom Conway, Carlos Santa Cruz, Bran Hinze y Federico Schwalb. Las gerencias corporativas vinieron luego, pero esa es otra historia.

Feliz 22 Aniversario, Yanacocha.






lunes, 21 de julio de 2014

Juntos por el desarrollo

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La Asociación Los Andes de Cajamarca, ALAC, organización corporativa promovida por Minera Yanacocha, acaba de cumplir diez años de creación. Como acostumbra, este año lo festejará con un acto de transparencia: La presentación pública de su reporte de gestión “Una década trabajando juntos por el desarrollo de Cajamarca 2004 – 2014”.

¿A quiénes se refiere ALAC con la palabra “juntos”? Fácil. A toda Cajamarca. Su población y sus instituciones representativas. Efectivamente, desde su inicio en marzo del 2004, cumpliendo con su destacado rol articulador e impulsor, ALAC estableció alianzas con diversos protagonistas del desarrollo, generando sinergias entre el sector público y el privado para potenciar y multiplicar el efecto de diversos proyectos, principalmente en los campos de la Educación, Gestión del Agua, y el Fortalecimiento de Capacidades Productivas y Empresariales. Estimulando así el crecimiento del capital cívico y el capital humano de Cajamarca, sobre los que se asienta el desarrollo sostenido.

Esa es la fórmula eficaz: Trabajar “juntos” por el desarrollo. Lo asegura Michael Porter, profesor de Harvard y experto mundial en temas de estrategia de empresa y desarrollo económico de naciones y regiones. Entre otras medidas esenciales –dice Porter- es importante que todos los actores de una región entiendan que el nuevo modelo económico para el desarrollo es un “modelo de colaboración”. Sector privado, Gobierno, Academia, Instituciones, todos tenemos que colaborar para mejorar la competitividad regional, no sólo trabajando juntos en la eliminación de los cuellos de botella, sino también tomando ventaja de las oportunidades.

¿Qué motivó a ALAC para involucrarse desde hace una década en la tarea de contribuir al desarrollo de la región? Simple. Aprovechar los beneficios de la minería –especialmente de Yanacocha-, para generar impactos positivos más allá de la vida operativa de la Mina. Los directivos de Yanacocha impulsaron la constitución de ALAC para que trabaje por el desarrollo de Cajamarca y para que, en algún momento, en el futuro, fuera transferida a manos de la comunidad.

Diez años después de su creación, dicen el presidente de su Consejo Directivo, Raúl Benavides, y su Directora Ejecutiva, Violeta Vigo: “Seguimos andando con optimismo hacia la meta que nos trazamos cuando iniciamos esta labor. En este camino, cada nuevo paso ha sido un motivo de reflexión y evolución, lo que nos ha ayudado a fortalecer constantemente nuestra gestión. Nuestra ruta, que lleva al destino que todos anhelamos: el desarrollo sostenible de Cajamarca, tiene satisfacciones pero también lecciones y aprendizajes”.

Es que la tarea es ardua. Más aun –hay que decirlo- cuando no todos los estamentos de la sociedad reman en la misma dirección. Aunque ALAC ha avanzado enormemente hacia la consecución de sus objetivos, las necesidades de la región son enormes.

“Hay mucho por hacer, (…) existen retos que debemos superar, como los niveles significativos de pobreza en nuestra región y las barreras que impiden el acceso de la población a oportunidades de desarrollo. Somos conscientes de que el camino es difícil, que debemos redoblar nuestros esfuerzos y continuar promoviendo alianzas para enfrentar directamente los desafíos que se presentan día a día”, dicen los directivos de ALAC.

El informe “Una década trabajando juntos por el desarrollo”, hermosamente ilustrado con estampas cajamarquinas, es un resumen de los logros obtenidos en estos diez años de labor conjunta con otras instituciones locales y nacionales. El documento da cuenta de la ejecución de varios proyectos entre los que destacan el fortalecimiento de capacidades institucionales que contribuyó, en su oportunidad, a implementar la reforma institucional del Gobierno Regional y a mejorar la gestión de los gobiernos locales.

También cita los proyectos innovadores que realizó, como el Programa de Formación de Jóvenes Emprendedores, Proyecto de Emergencia Educativa (PEE), y el Proyecto Red Integral de Escuelas de Cajamarca (PRIE). Menciona, además, aquellos programas que contribuyeron al desarrollo de capacidades productivas, y otros propuestos por organizaciones de base, como SUMA y PorAmérica; así como aquellos que se realizaron con financiamiento del Fondo de Solidaridad Cajamarca aportado también por Yanacocha. El documento se puede obtener en la siguiente dirección: www.losandes.org.pe

La esencia del trabajo que realiza ALAC se encuentra en esa antigua filosofía africana ligada a la colaboración, la apertura y la comunidad, llamada Ubuntu. Un antropólogo puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a un grupo de niños africanos que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la partida, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron unidos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio. Cuando se les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, respondieron: “Ubuntu”, ¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?

Es difícil traducir el significado exacto de Ubuntu, pero el presidente Nelson Mandela lo resumió en una ocasión con una frase sencilla: “Estamos todos juntos en esto”. Ese es el espíritu de ALAC.

lunes, 20 de enero de 2014

Una visita a Barrojo



Ninguno la vio nunca, pero allí cerca, “hace tiempo”, había una zona que tenía barro de color rojo, me dijeron algunos lugareños. Lázaro, en cambio, me refirió que a su comunidad la llamaron Barrojo porque una tarde de lluvia tupida y granizada, “hace muchos años”, vieron salir del bosque a  un hombre desconocido, barbado y de poncho rojo. “Eso nos contó una chochita, la más viejita de la comunidad”, dijo el poblador.

Por su lado, Pascuala afirmó que el nombre se debía a que "antes" la gente del lugar vestía con ponchos teñidos de color carmesí. El más joven de todos, el alcalde de Huacataz, dio una versión distinta: "a ésta comunidad le pusieron Barrojo porque en el cerro de allá al fondo se mató gente, los ajusticiaron, y hubo tanta sangre que el barro se tiñó de rojo. Es que -explicó- aquí la gente se tomaba la justicia por su propia mano, por eso ni la policía ni los ronderos se atrevían a entrar así nomás. Tenían cuidado". Agregó que actualmente ya no es así: “hoy, aquí la gente es muy pacífica y de muchos valores. Lo que dicen, eso es. No están diciendo una cosa y después otra. Aprecian mucho y respetan su palabra”.

Yo no vi terrenos ni ponchos de color rojo. Más bien, observé que el caserío Barrojo, ubicado en centro poblado Huacataz, en el distrito de Baños del Inca, a 3,420 metros sobre el nivel del mar, es un paraje hermoso teñido del verde intenso de sus pastos, con, probablemente, la mejor vista de Cajamarca, un clima abrigado a pesar de la altura, y la gente más hospitalaria y, efectivamente, pacífica, que he conocido.

Estuve allí el viernes pasado con el equipo del área de Responsabilidad Social de Minera Yanacocha y algunos representantes del área de Operaciones para inaugurar los dos reservorios que la empresa construyó en el marco de su política de proyección social para beneficio de la comunidad. Dos pozos de agua inmensos –de tres mil y cuatro mil metros cúbicos, respectivamente- recubiertos de un plástico especial que evita la infiltración, y que beneficiarán a más de cien familias barrojinas.

Durante sus discursos de orden, el alcalde de Huacataz Felipe Chuquiruna, y los gerentes de Yanacocha Yuri Sáenz y Guillermo Manrique, coincidieron en afirmar que ambas obras son una muestra de lo que se puede lograr cuando se trabaja unidos, “como buenos vecinos”, por el bien común. Aunque no es de muy buen gusto hablar de dinero, durante la lectura de la ficha técnica se reveló que todo el proyecto, incluida una dotación de abono, costó 450 mil soles aportados íntegramente por la compañía minera y que la obra la realizó un empresario de la zona quien, para más garantías, dijo: “aquí estoy yo para responder por mi trabajo. Y si hay algún desperfecto lo arreglo… no me voy a ir a otro sitio. Yo vivo aquí”.

Contra lo que podría pensarse a primera vista, los reservorios más que servir a la agricultura contribuirán a seguir desarrollando la ganadería lechera en la zona, me dijo el poblador Alejandro Chuquiruna. Alejandro refirió que en época de lluvia ellos tienen agua de sobra, pero durante el verano, que son los más de los meses del año, los pastos se secan. “Ahora con los reservorios y la mejora de pastos donados por Yanacocha, están saliendo de la zona hasta tres camiones lecheros diarios. Dos para Incalac y uno para Gloria”. Explicó que con el agua de los reservorios se puede regar los campos todo el año para tener pastos y también algo de papa, trigo, ollucos y ocas para su consumo.

“Estamos agradecidos y vamos a seguir pidiendo el apoyo de la mina. No para nosotros sino para nuestros hijos. Sabemos que la mina se va a acabar un día y los mejores regalos que nos pueden dejar son estas obras para valernos por nosotros mismos”, agregó el acertado poblador.

El gerente de Responsabilidad Social de Yanacocha, Guillermo Manrique, tiene razón: el agua es un recurso fugaz para Cajamarca. Es una lástima que la inmensa cantidad de agua que recibe la región durante la temporada de lluvia no sea almacenada para su aprovechamiento posterior. “La dejamos correr y vemos como el agua que tanto necesitamos para nuestra salud y desarrollo se va de regreso al mar. Por eso, nuestro compromiso es seguir trabajando con nuestros vecinos para realizar juntos una mejor gestión del agua”, dijo el alto funcionario.

Efectivamente, la silenciosa crisis del agua, una de las causas del subdesarrollo económico y la marginación social que separa a las sociedades que viven en las partes altas de nuestro país con otros grupos que han alcanzado mejores niveles de vida, tienen que ver con la pobreza y la ausencia de políticas locales de gestión del agua.

“La única solución técnica a la vista es la construcción de reservorios”, me dijo la representante de Responsabilidad Social de Yanacocha para el distrito de Baños del Inca, Sandra Sánchez. “Es loable que la empresa, además de su apoyo a la educación, se haya abocado a la tarea de cosechar agua, movilizando recursos e innovando tecnologías”, agregó la funcionaria.