domingo, 13 de diciembre de 2015

"Gente buena, haciendo cosas malas"

 

“Control Interno y Prevención de Fraudes”, fue el título de la exposición que realizó el Gerente Senior de Auditoría Interna de Newmont Mining Corporation / Yanacocha, CPC Carlos Ibáñez Herrera, en la Universidad Privada del Norte el jueves 26 de noviembre de 2015. Ibáñez es Director del Instituto de Auditores Internos del Perú y miembro de la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados (ACFE)

 

La ACFE es la principal y mayor organización anti-fraude en el mundo, con cerca de 65,000 miembros en más de 150 países. Agrupa a especialistas, investigadores, auditores, académicos, abogados, contadores, peritos, consultores y profesionales interesados en el tema. Es una organización sin fines de lucro, cuyo objetivo es servir a la comunidad a través de la expansión del conocimiento y la educación continua en temas vinculados a la prevención, detección, investigación y disuasión de fraudes y el combate a la corrupción.

 

 

Carlos Ibáñez inició su presentación resumiendo el fraude cometido recientemente por la prestigiosa firma Volkswagen que estafó a cientos de miles de clientes, quienes compraron sus vehículos confiando en la afamada calidad de sus productos.

 

La empresa manipuló el software de sus unidades para aprobar los exigentes controles de emisión de gases contaminantes. Aprobado el examen, y ya en modo normal de uso diario, los vehículos no sólo contaminaban el medio ambiente hasta en cuarenta veces más de lo declarado, sino que, en vez de ahorrar, consumían más combustible del que indicaban sus especificaciones técnicas.

 

La gravedad del hecho, contó el expositor, forzó la dimisión del máximo responsable de la compañía, Martin Winterkorn, quien se disculpó públicamente con sus clientes, las autoridades y el público en general. “Millones de personas en todo el mundo confían en nuestras marcas, nuestros coches y nuestras tecnologías. Lamento profundamente que hayamos roto esta confianza”, dijo el fabricante.

 

Volkswagen aprovisionó 6,500 millones de euros para enfrentar las consecuencias legales del engaño, pero se estima que esa cifra quedará corta una vez que empiece a recibir las sanciones y demandas de todos los afectados. Ello no considera el grave daño a su reputación que, sumado al perjuicio financiero, podría eventualmente llevarla a la quiebra.

 

 

“Gente buena, haciendo cosas malas”

 

¿Son delincuentes los que cometen estas faltas en las empresas? No necesariamente. En la mayoría de los casos se trata de empleados, funcionarios, dueños o representantes de distintas organizaciones, privadas o públicas, que cometen fraudes por razones que les pueden parecer inocentes o hasta justificadas.

 

Las motivaciones pueden ser varias, dijo el expositor. Por ejemplo, alcanzar los objetivos de la institución, cumplir con las metas, mejorar la percepción del mercado acerca de la compañía: que se vea exitosa y confiable para que los clientes adquieran sus productos. “Los fraudes –señaló Ibáñez- los cometen personas, y la mayoría de las veces se trata de gente buena, haciendo cosas malas”.

 

Hoy en día se escucha mucho sobre fraudes que ocurren al interior de organizaciones privadas y públicas. No es una moda. Ocurren desde siempre, desde que el bicho humano se alzó sobre sus dos pies y descubrió que las cosas parecen más fáciles cuando se hace trampa. Aunque esto pueda ser sólo un espejismo.

 

“Si hoy en día escuchamos más sobre estos hechos no es porque ocurran recientemente. Han ocurrido siempre, lo que pasa ahora es que la comunicación globalizada nos permite enterarnos apenas suceden, en tiempo real,”, explicó el especialista.

 

Los vemos todos los días. Se dan en todos lados y en todos los niveles, desde el empleado que saca fotocopias personales en la oficina o se lleva artículos de escritorio a la casa, hasta altos ejecutivos como los de Volkswagen –Winterkorn no actuó solo- que defraudan a mucha gente o a sus respectivos Gobiernos.

 

“Algo que debemos tener presente –comentó Ibáñez- es que cuando se investigan estos hechos, los compañeros de  los involucrados declaran que sabían algo, escucharon algo o sospecharon algo, pero nunca se animaron a denunciar”. Un dato interesante también, reveló el expositor, es que el 70% de los fraudes son cometidos por hombres -la mayoría de ellos de raza blanca y de nivel económico medio- y el 30% por mujeres.

 

Si bien el número de fraudes realizados por los empleados es grande -la Asociación Internacional de Especialistas en Fraudes señala que la apropiación indebida de activos por parte de los mismos colaboradores alcanza el 84% de los fraudes-, estos, generalmente, son por montos relativamente pequeños. Los que involucran en cambio enormes sumas de dinero, son menos, y los cometen los dueños o sus representantes, y se hacen generalmente adulterando los Estados Financieros de la institución.

 

 

Cómo detectar los fraudes

 

La mayor cantidad de fraudes –dijo el expositor- se detectan a través de denuncias hechas por terceros: “el soplo”. Por eso las empresas, hoy en día, se preocupan por implementar mecanismos que faciliten recibir todo tipo de denuncias contra sus colaboradores y la misma compañía: las Líneas de Cumplimiento.

 

No obstante, si bien identificar los fraudes cometidos es bueno, es mejor aún evitar que estos ocurran. Para ello se deben crear indicadores, políticas, normas, procedimientos, medidas de control y sistemas de prevención de fraudes que permitan minimizar los riesgos de que éstos ocurran en la institución. No hacerlo, es propiciar el fraude: “En arca abierta, el justo peca”.

 

“No podemos evitar en un cien por ciento que ocurran los fraudes –señaló el experto- pero podemos minimizar razonablemente el riesgo. Es importante poner mayor atención y supervisar las áreas donde identifiquemos los peligros más grandes, donde se nos puede afectar seriamente”.

 

Existen cientos de indicadores que nos pueden ayudar a detectar fraudes, señaló Ibáñez. Son “banderitas rojas” que nos dan una señal de alarma de que algo no está bien. Cada institución debe definir las suyas elaborando primero una matriz de riesgos. Son alarmas, por ejemplo, las pérdidas constantes de cheques u otros comprobantes de pago, las continuas diferencias de inventarios, las discrepancias entre los Estados Financieros y la realidad operativa, los cambios sorpresivos en los signos exteriores de riqueza de los colaboradores, Etc.

 

Por supuesto, en ese esfuerzo lo mejor es implementar un Sistema de Control Interno eficaz. Que contemple el comportamiento ético de los altos mandos de la compañía. Que identifique los riesgos como un ejercicio constante. Que implemente acciones de control efectivos y se preocupe por informar y capacitar a sus colaboradores al respecto. Y por último que organice las tareas de supervisión para asegurarse que “las cosas” se están haciendo bien y en su oportunidad.

 

 

Conclusión

 

La imagen, los resultados económicos e incluso el futuro de una empresa pueden depender eventualmente de que en ella no se cometan fraudes, y de que observe celosamente un comportamiento ético ante los clientes y la comunidad en general.

 

Esta tarea, dijo Carlos Ibáñez, es de todos sus miembros y no sólo de los Contadores, los Auditores o del área Administrativa. Por supuesto, añadió, la responsabilidad principal está en los líderes de la organización. No sólo disponiendo las medidas de control necesarias y ejerciendo la supervisión adecuada, sino también predicando con el ejemplo.

 

Parafraseando un antiguo proverbio árabe, el experto en detección de fraudes finalizó su presentación señalando la responsabilidad de todas aquellas organizaciones que alguna vez fueron víctimas de un timo por desconocimiento y falta de control: “Si te cometen fraude una vez, no es culpa tuya. Si te cometen el mismo fraude dos veces, es tu culpa”.