jueves, 11 de junio de 2009

El Corpus Christi y los mineros de Cajamarca



Como todos los años en esta fecha, al igual que miles de compañeros que se levantaron de madrugada para asistir a sus labores en la mina, ubicada a cuatro mil metros de altura, el grupo de voluntarios de Yanacocha está en pie cuando aún no amanece. Ellos acudieron a la cita anual en la Plaza de Armas de Cajamarca para cumplir con su compromiso de fe: confeccionar la alfombra de flores y tierras de color por la que pasará la procesión esta mañana. Hoy es un día especial, es Corpus Christi.

Es la fría madrugada del jueves 11 de junio. El domingo pasado fue el octavo después del Domingo de Resurrección con el que culminó la Semana Santa. Un día tan importante que antaño se decía: “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Hoy celebramos la Solemnidad que proclama la fe de nuestra Iglesia en que Jesucristo está presente en el Santísimo Sacramento. El mundo católico está de fiesta y Cajamarca se apresta a realizar la ceremonia eucarística con la rigurosidad y el rito que acostumbra: la procesión de los fieles en la que se exhibe la hostia, el mismo Cuerpo de Cristo, en una custodia.

En el siglo XIII, en la antigua Abadía de Cornillón, del pueblo de Lieja, en Bélgica, Sor Juliana, priora de la comunidad de las monjas Agustinas, tuvo una repetida visión: la Iglesia, representada por una enorme y hermosa luna llena, se le aparecía en sueños con una fea y desmerecedora mancha negra que, a interpretación de la religiosa, significaba la ausencia de la Solemnidad que venerara el Santísimo Sacramento. El obispo de Lieja, impresionado por los reiterativos relatos de Sor Juliana, ordenó la creación y celebración anual de la fiesta en su diócesis.

Años más tarde, al norte de Roma, en Bolsena, un sacerdote también recibió la gracia de una revelación: cuando oficiaba Misa vio salir sangre de la Sagrada Forma y empapar el corporal. La reliquia fue llevada en procesión al entonces Papa Urbano IV. El Santo Padre, sorprendido por el prodigio, extendió la fiesta del Corpus Christi a toda la iglesia, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés. A su muerte, el Papa Clemente V ordenó una vez más la adopción de la fiesta que, finalmente, se oficializó en el Concilio de Trento.

Actualmente, el Corpus Christi no sólo se celebra formalmente en las ciudades de Cuzco y Cajamarca, también es un día festivo oficial en ciertas partes de España, Austria, Alemania, Suiza y Brasil. Además, se festeja en República Dominicana, Bolivia, Croacia, Polonia, Trinidad y Tobago, Portugal y Venezuela.

Cuando Jesús entró a Jerusalén, la gente lo recibió extendiendo mantos y hojas de palma a su paso. Era la manera respetuosa y a la vez alegre de recibir a los reyes en aquella época. Probablemente ese fue el inició de la tradición que nos trajeron los conquistadores desde el viejo mundo. Confeccionar una alfombra con tierras y flores desde las primeras horas del alba, aplicando especial esmero y destreza para que sea borrada pocas horas después al paso del cortejo, es una muestra de arte efímero que intenta representar la devoción de quienes participan en la tarea.

“Ayudar a elaborar la alfombra por donde pasará la procesión –dijo el trabajador de Yanacocha, Carlos Scerpella
- es nuestra manera de agradecer al Señor por todo lo recibido cada día de nuestras vidas, la salud, el amor de nuestros seres queridos, el tener trabajo y que éste sea una parte importante del bien de nuestra tierra y de nuestro país. Es muy grato que nuestra empresa se una a nuestro homenaje y representar a muchos compañeros que por diversos motivos no pueden estar con nosotros pero nos acompañan con su trabajo y oración”.