lunes, 20 de enero de 2014

Una visita a Barrojo



Ninguno la vio nunca, pero allí cerca, “hace tiempo”, había una zona que tenía barro de color rojo, me dijeron algunos lugareños. Lázaro, en cambio, me refirió que a su comunidad la llamaron Barrojo porque una tarde de lluvia tupida y granizada, “hace muchos años”, vieron salir del bosque a  un hombre desconocido, barbado y de poncho rojo. “Eso nos contó una chochita, la más viejita de la comunidad”, dijo el poblador.

Por su lado, Pascuala afirmó que el nombre se debía a que "antes" la gente del lugar vestía con ponchos teñidos de color carmesí. El más joven de todos, el alcalde de Huacataz, dio una versión distinta: "a ésta comunidad le pusieron Barrojo porque en el cerro de allá al fondo se mató gente, los ajusticiaron, y hubo tanta sangre que el barro se tiñó de rojo. Es que -explicó- aquí la gente se tomaba la justicia por su propia mano, por eso ni la policía ni los ronderos se atrevían a entrar así nomás. Tenían cuidado". Agregó que actualmente ya no es así: “hoy, aquí la gente es muy pacífica y de muchos valores. Lo que dicen, eso es. No están diciendo una cosa y después otra. Aprecian mucho y respetan su palabra”.

Yo no vi terrenos ni ponchos de color rojo. Más bien, observé que el caserío Barrojo, ubicado en centro poblado Huacataz, en el distrito de Baños del Inca, a 3,420 metros sobre el nivel del mar, es un paraje hermoso teñido del verde intenso de sus pastos, con, probablemente, la mejor vista de Cajamarca, un clima abrigado a pesar de la altura, y la gente más hospitalaria y, efectivamente, pacífica, que he conocido.

Estuve allí el viernes pasado con el equipo del área de Responsabilidad Social de Minera Yanacocha y algunos representantes del área de Operaciones para inaugurar los dos reservorios que la empresa construyó en el marco de su política de proyección social para beneficio de la comunidad. Dos pozos de agua inmensos –de tres mil y cuatro mil metros cúbicos, respectivamente- recubiertos de un plástico especial que evita la infiltración, y que beneficiarán a más de cien familias barrojinas.

Durante sus discursos de orden, el alcalde de Huacataz Felipe Chuquiruna, y los gerentes de Yanacocha Yuri Sáenz y Guillermo Manrique, coincidieron en afirmar que ambas obras son una muestra de lo que se puede lograr cuando se trabaja unidos, “como buenos vecinos”, por el bien común. Aunque no es de muy buen gusto hablar de dinero, durante la lectura de la ficha técnica se reveló que todo el proyecto, incluida una dotación de abono, costó 450 mil soles aportados íntegramente por la compañía minera y que la obra la realizó un empresario de la zona quien, para más garantías, dijo: “aquí estoy yo para responder por mi trabajo. Y si hay algún desperfecto lo arreglo… no me voy a ir a otro sitio. Yo vivo aquí”.

Contra lo que podría pensarse a primera vista, los reservorios más que servir a la agricultura contribuirán a seguir desarrollando la ganadería lechera en la zona, me dijo el poblador Alejandro Chuquiruna. Alejandro refirió que en época de lluvia ellos tienen agua de sobra, pero durante el verano, que son los más de los meses del año, los pastos se secan. “Ahora con los reservorios y la mejora de pastos donados por Yanacocha, están saliendo de la zona hasta tres camiones lecheros diarios. Dos para Incalac y uno para Gloria”. Explicó que con el agua de los reservorios se puede regar los campos todo el año para tener pastos y también algo de papa, trigo, ollucos y ocas para su consumo.

“Estamos agradecidos y vamos a seguir pidiendo el apoyo de la mina. No para nosotros sino para nuestros hijos. Sabemos que la mina se va a acabar un día y los mejores regalos que nos pueden dejar son estas obras para valernos por nosotros mismos”, agregó el acertado poblador.

El gerente de Responsabilidad Social de Yanacocha, Guillermo Manrique, tiene razón: el agua es un recurso fugaz para Cajamarca. Es una lástima que la inmensa cantidad de agua que recibe la región durante la temporada de lluvia no sea almacenada para su aprovechamiento posterior. “La dejamos correr y vemos como el agua que tanto necesitamos para nuestra salud y desarrollo se va de regreso al mar. Por eso, nuestro compromiso es seguir trabajando con nuestros vecinos para realizar juntos una mejor gestión del agua”, dijo el alto funcionario.

Efectivamente, la silenciosa crisis del agua, una de las causas del subdesarrollo económico y la marginación social que separa a las sociedades que viven en las partes altas de nuestro país con otros grupos que han alcanzado mejores niveles de vida, tienen que ver con la pobreza y la ausencia de políticas locales de gestión del agua.

“La única solución técnica a la vista es la construcción de reservorios”, me dijo la representante de Responsabilidad Social de Yanacocha para el distrito de Baños del Inca, Sandra Sánchez. “Es loable que la empresa, además de su apoyo a la educación, se haya abocado a la tarea de cosechar agua, movilizando recursos e innovando tecnologías”, agregó la funcionaria.