lunes, 17 de mayo de 2010

Un saludo de Len

De derecha a izquierda: Tony Esplin, Len Harris, Jim Seidel (Newmont), Pedro Condori, Percy Zamora y Marcos Valdez

Nuestro apreciado y siempre recordado Leonard Harris, el “Tío Len”, primer gerente general de Yanacocha, nos visitó en abril. No lo veíamos por aquí desde hacia un par de años cuando llegó a la mina acompañado de un grupo de mineros mexicanos. En esta oportunidad, en cambio, vino con un colega peruano para mostrarle la operación y nuestro magnifico trabajo. Len arribó solo en el vuelo del jueves 15 por la tarde mientras su compañero optó por el cansador recorrido de catorce horas por tierra desde Lima, llegar a Cajamarca al día siguiente y subir juntos en camioneta hasta el mirador ubicado a cuatro mil metros de altitud. Todo un viaje.

Probablemente, su acompañante como yo y otros millones de personas, temía volar. Miedo que, valgan verdades, y aun en pleno siglo XXI, es la cosa más natural del mundo. Basta dar un vistazo a las encuestas para confirmarlo: sólo el cinco por ciento de los pasajeros que surcan diariamente los cielos de nuestro planeta no sienten temor alguno a viajar en avión. La verdad, le dije la semana pasada a Ricardo Morel, nuestro ex gerente de Asuntos Externos -hoy un alto funcionario de Anglo American- en una conversación de amigos, es que todos tememos volar, pero, mientras la mayoría calla, otros no tenemos ningún reparo en decirlo. “Es que en ese sentido, tú ya has salido del closet, mi estimado Marcos. Como Ricky Martin, igualito.”, me respondió Ricardo. Eso es lo que saca uno por andar contando sus sentimientos: que lo comparen con el de “la vida loca”… y en su presencia. Será por aquello de que: “a los amigos se les apuñala de frente”.

Pero es cierto, en mayor o menor grado nos pasa a todos, y cada uno esconde su miedo de la forma que le parece. Un famoso periodista colombiano, que además tiene fama de ser muy macho, decía que cada vez que vuela se agarra con tanta fuerza del asiento que al poco rato de despegar se le entumecen los dedos de la mano. “No es tanto por temor a que el avión se caiga –explica el hombre de prensa- sino para ayudar a que el aparato se mantenga en el aire”. Explicaciones que uno inventa.

No obstante, lo que probablemente no sabía el compañero de nuestro buen amigo es que viajar con él es una garantía de seguridad estadística: el tío Len es un sobreviviente, ha sufrido dos accidentes de avión durante toda su vida y no es probable que tenga un tercero. Las posibilidades de tener un accidente de avión, para una persona común y corriente, dicen los entendidos, es de una entre cinco millones y una persona tendría que volar el equivalente a dar 500 mil vueltas a la Tierra antes de sufrir un accidente aéreo. Es bueno saberlo.

Al tío Len se le ve y él dice que está muy bien. Sin embargo, en octubre lo volverán a operar de una lesión en el hombro que lo obliga a llevar una prótesis de titanio desde hace varios años, y que -cuenta Len de lo más divertido- hace saltar las alarmas de detección de metales en todos los aeropuertos. En una etapa de la vida en que la mayoría de las personas prefiere gozar de la tranquilidad de un merecido retiro, nuestro amigo es un trabajador infatigable y un viajero desafiante que pasa la mayor parte del año fuera de su casa, en Denver, asesorando empresas mineras por todo el mundo y en especial promocionando la actividad minera en el Perú.

Es paradójico, mientras muchos peruanos -algunos mineros incluso- ponen su empeño en acabar con esta maravillosa fuente de trabajo y riqueza en el país, y en especial en Cajamarca, algunos extranjeros que nos quieren más que nosotros mismos, se esfuerzan generosamente en sacarla adelante.

“Es por esa entrega, por la calidad de gente y por lo estupenda persona que es Len Harris, que todos los que lo conocemos lo queremos bien y lo recordamos siempre”, le dije un día a nuestro gerente de operaciones Tony Esplín, cuando le contaba sobre los inicios de Yanacocha. Tony me escuchó con atención y al final me dio su razón definitiva: “Len es así porque es australiano… igual que yo”. La verdad, no sé si sea por ser australiano, pero, al igual que Len, basta con escucharlo hablar de su esposa, de su pequeña hija Gabriela y de su segundo hijo que nacerá muy pronto, para darse cuenta, inmediatamente, de que Tony también es un gran tipo.

La visita de Len fue muy corta, sólo se quedó un día completo. En esta ocasión tuve la oportunidad de verlo y de aceptar su invitación a cenar una deliciosa trucha en el hotel Laguna seca en compañía de otros dos Yanasaurios: Pedro Condori y Percy Zamora. Además, recibí el grato encargo que cumplo con esta nota, de hacer llegar el saludo de nuestro querido Len Harris a todos sus buenos amigos y ex compañeros de trabajo.