viernes, 21 de agosto de 2009

Un almuerzo de reencuentro


Hubiera sido estupendo que estuviéramos todos, los tres mil. Pero todos no cabemos en la casa de Federico Schwalb en Lima, así que Len Harris, nuestro primer gerente general, convocó el viernes pasado a un “almuerzo tardío”, cuatro de la tarde, para dar oportunidad a que llegáramos de Cajamarca, Arequipa y otras partes del país, a la primera promoción de esta gran escuela de minería mundial que es nuestra empresa, y celebrar juntos nuestros primeros diecisiete años de su creación.

A la letra, la invitación de Len al primer reencuentro de aquellos que estuvimos ligados a la compañía desde su inicio, decía: “Han pasado ya más de diecisiete años desde que se iniciara una gran y fascinante aventura que hoy se ha convertido en un símbolo mundial de éxito y eficiencia: Yanacocha”.

Aunque faltaron algunos buenos compañeros y mejores amigos como Juan Gavidia, Luis Argüelles, Jorge Osada, Leonaldo Leng, Jesús Córdova, los tres Enriques: Figueroa, Rodríguez y Winkelried, Raúl Pastor, Abel Puertas, René Fernández, José Quiroga y Lucho García, asistimos a la reunión alrededor de cincuenta personas. Allí estaban el dueño de casa por supuesto y también ex gerente general, Federico Schwalb; otro ex gerente general y ahora Vicepresidente Regional de Operaciones de Newmont para Sudamérica, Carlos Santa Cruz, junto a otros altos funcionarios y amigos, Peter Orams, Manuel Díaz, Ricardo Brazzini y Félix Guerra.

Asimismo, acudieron a la cita Manuel Villanueva, Alberto Cárdenas, Miguel Yrivarren, Jorge La Barrera, Abel Elías, Gonzalo Mas, Tulio Peña, Pablo Belaochaga, Carlos Domínguez, Boris Quimper, Julio Girón y Oscar Mimbela, entre otros.

Por las damas, estuvieron presentes: Maribel Makinaga, Mariana Valle, Nelly Taboada, Carlota Galván, Cynthia Castañeda, Patty Sánchez, Paola Ghilardi, Carolina Castilla, Ina Silva y Rocío Puiggros. Además de dos representantes de la que fue la Asociación de Damas de Minera Yanacocha, Adaminya, Carolina de Schwalb y Nélida de Díaz.

También asistieron Daniel Yataco, Ricardo Morales, Lucho Rojas, Alberto Lara, Juan Ramón Castagnino y algunos de los pocos que aún laboramos en la compañía, los últimos “Yanasaurios: una especie en peligro de extinción”: Ruth Rodríguez, José Chang, Leo Camacho, Tito Campos, Esaud Saleh, Gerardo Padilla y yo.

Por supuesto, sin nuestros contratistas, proveedores y asesores hubiera sido muy difícil llegar a ser la gran empresa que somos ahora. Ellos estuvieron representados por nuestros apreciados Mario Villavicencio (knight Piésold Consulting), Juan Lei (Translei), Miguel Mentzel (Zublin), Antonio Samaniego (VSV), Lucho Miranda y Marita Chappuis.

La historia que contó Len sobre la fundación de la empresa en su discurso de bienvenida al almuerzo fue emocionante. Nadie se animaba a invertir en el Perú de aquellos años marcados por el terrorismo y menos en un proyecto minero con un promedio de un gramo de oro por tonelada de tierra: otras minas dejan más que eso en sus relaves. El plan no parecía atractivo. Es que en nuestro país aún no se aplicaba la tecnología para operar una mina de oro diseminado, a tajo abierto, en canchas de lixiviación. Los mineros peruanos pensábamos en vetas.

Pero aceptamos el reto. El tiempo estaba de nuestra parte: en aquella época todo el mundo era joven y emprendimos con entusiasmo la “fascinante” aventura. Lo que más nos costó aprender no fue la nueva tecnología americana: los peruanos aprendemos rápido. Lo verdaderamente difícil fue el injerto de fuego para hacer nuestras las normas de seguridad industrial, el control medioambiental y la disciplina con que Newmont desarrolla todas sus operaciones. Esas normas no existían en el país. Tuvimos que romper muchas barreras culturales para implementarlas y llegar a ser los mejores.

Luego de varios años de exploraciones bajo la fórmula del Joint Venture, en enero de 1992 inscribimos la empresa en Registros Públicos, en julio recibimos la bendición del Directorio para arrancar con la construcción de la mina, el primero de agosto iniciamos la planilla de personal y exactamente un año después de denodado trabajo, el 7 de agosto de 1993, la Planta produjo la primera barra de Doré. Esta última fecha -se acordó en el Staff Meeting de marzo de 1997, fue designada como el Día Anual de Yanacocha.

“Yo me sorprendo cuando me entero que algunos proyectos nuevos programan dos y hasta tres años de construcción de mina para entrar en producción. Nosotros lo hicimos en un año”, dijo Len, orgulloso.

Y es que para todos nosotros es un verdadero orgullo pertenecer o haber pertenecido a ese grupo de profesionales peruanos que, como recordó Carlos Santa Cruz durante su intervención, aceptó y enfrentó con éxito el reto de conducir el proyecto Yanacocha desde su planificación en el papel, hasta verlo convertido en lo que es ahora: la mina de oro más grande del Perú y Latinoamérica.

Realmente fue y es una gran experiencia. De acuerdo a nuestro ex gerente de Control de Pérdidas, el popular y querido Félix Guerra: “El impulso de haber trabajado en Yanacocha, es una fuerza que hasta ahora, aunque ya no estamos en la compañía, nos empuja profesionalmente en cualquier lugar en el que nos encontremos”.

El reencuentro fue emotivo. Parecía y era en realidad una reunión de ex alumnos porque todos, tanto los que ya sabían como los que llegamos a aprender a Yanacocha, ganamos experiencia y conocimientos invalorables. Durante la reunión se expusieron algunas fotos de los comienzos de la operación que han quedado como mudos testigos de nuestro paso por la mina. Cada vez que las veo me quedo con la descorazonadora impresión de que los que estamos retratados allí somos los mismos de hoy, pero detenidos en el tiempo estático de una extraña dimensión.

Siempre he creído que un grupo de amigos y de compañeros de trabajo es bueno o es malo dependiendo de lo que es capaz de motivar en ti; si el hecho de estar, seguir su ejemplo o trabajar con ellos te convierte en una mejor persona y en un mejor profesional. Y en eso nuestra empresa es sobresaliente. Diecisiete años de trabajo constante, día con día, la calidad humana y el nivel profesional del equipo de hombres y mujeres que hacen de Minera Yanacocha una gran empresa peruana, lo están demostrando.